Los alumnos de 5º y 6º del C.R.A Pinares Altos de Vinuesa y Molinos de Duero acompañados por los profesores:Diego Diana y Eduardo acudieron al CRIE Bilingue de Almazán.
La estancia en la escuela hogar fue desde el martes 18 hasta el martes 21 de noviembre .
Hizo buen tiempo y por ello se realizaron con normalidad.
Las actividades comenzaron el día 18 con una presentacion del resto de alumnos que acudieron .
Había alumnos de Soria y Navaleno. Luego nos informaron de los compañeros de habitación .
La principal actividad del martes fue la piscina climatizada donde realizamos juegos acuaticos.
El miércoles visitamos el pueblo y conocimos sus lugares gracias a una gymkana .
El jueves visitamos el río Duero para examinar el agua.
Y el viernes hicimos una encuesta en la web del CRIE.
Todos los alumnos lo pasaron bien y les gustaría repetir.
nos lo pasamos genial
¡Qué experiencia tan increíble! Me lo pasé genial y disfruté muchísimo de cada momento, desde las actividades al aire libre hasta la convivencia con los compañeros. Fue una oportunidad perfecta para desconectar, aprender cosas nuevas y salir de la rutina. La emoción, la adrenalina y las risas no faltaron en ningún momento.
Eso sí… tengo que confesar que me lo tomé tan en serio que acabé con alguna que otra molestia muscular. ¡La intensidad me pasó factura! Tanto, que al volver tuve que visitar una clínica de fisioterapia en Sant Andreu para recuperarme 😅.
A pesar de eso, no cambiaría nada. Fue una experiencia única que sin duda volvería a repetir. ¡Vale totalmente la pena!
Camina usted por un pasillo de un colegio, de un instituto, de una residencia o de un gran almacén. De reojo, entre fluorescentes y puertas cortafuegos, aparece una caja roja. No llama la atención, no pita, no lanza luces. Pero está ahí. Y si un día ocurre lo que nadie desea, será la diferencia entre la contención y la catástrofe. Hablamos, por supuesto, de la BIE 45 mm: una boca de incendio equipada diseñada para actuar con decisión donde otros sistemas se quedan cortos.
Una Boca de Incendio Equipada (BIE) de 45 mm no es un capricho estético ni un accesorio arquitectónico. Es un dispositivo permanente conectado a la red de abastecimiento de agua, con una manguera de gran caudal y una lanza para la aplicación directa del líquido elemento sobre el fuego. El diámetro de 45 mm permite descargar cientos de litros por minuto, lo que la convierte en una herramienta de combate de incendios de envergadura.
Y, por si lo está usted pensando: no, no es exclusiva de los bomberos. Está pensada para que cualquier persona, tras romper el cristal, pueda actuar con rapidez y eficacia. Y aquí viene lo importante: cada minuto cuenta, y cada segundo puede salvar una vida.
En ese sentido, contar con una BIE 45 mm en lugares donde transitan decenas, cientos o miles de personas es una cuestión de responsabilidad colectiva.
Una buena BIE no es solo una manguera. Es un sistema completo, con los siguientes elementos:
Este conjunto hace que la BIE de 45 mm no sea una herramienta decorativa sino una auténtica arma contra el fuego, siempre preparada, siempre visible y siempre al alcance.
En centros educativos, donde conviven menores, docentes y personal administrativo, la necesidad de contar con sistemas eficaces de extinción no es solo una recomendación: es una obligación moral. Porque cuando hablamos de seguridad, no hay margen para el descuido. Las bocas de incendios equipadas son parte del lenguaje arquitectónico de la responsabilidad.
Hay lugares donde un incendio puede causar algo más que daños materiales. Hablamos de guarderías, colegios, institutos, universidades, academias. En estos espacios, la prevención es ley y la protección, un deber.
La BIE 45 mm, gracias a su alta capacidad de caudal, permite una actuación rápida mientras llegan los equipos profesionales. Su uso no requiere conocimientos avanzados. Un adulto responsable, con unas nociones mínimas, puede controlarla sin grandes dificultades. Y esa facilidad de uso es clave en lugares donde la seguridad debe estar al alcance de todos.
Por eso, cuando analizamos los requisitos básicos de seguridad de cualquier centro de formación o edificio público, la instalación de BIEs no debería estar en debate, sino en ejecución. Si hablamos de prevención, hablemos también de formación: los simulacros deben incluir el uso real de estas herramientas.
Para quienes deseen profundizar en los detalles técnicos, legales y prácticos sobre la materia, recomendamos visitar esta información contra incendios donde se abordan aspectos clave sobre normativa, mantenimiento y formación.
Actuar con serenidad ante un conato de incendio puede cambiarlo todo. En ese instante crítico, saber utilizar correctamente una BIE puede evitar que el fuego se propague.
Esta es la diferencia entre una herramienta pasiva y un sistema de defensa real: la acción.
Una BIE no sirve de nada si, el día que se necesita, no funciona. Por eso, el mantenimiento periódico es obligatorio. Cada 3, 6 y 12 meses deben realizarse inspecciones visuales, pruebas de presión, revisión de la manguera y de la lanza, y test de funcionamiento completo.
La legislación española es clara en este sentido. El Reglamento de Instalaciones de Protección contra Incendios (RIPCI) exige controles y certificaciones documentadas. Nada de confiar en la suerte: todo debe estar registrado, probado y garantizado.
La normativa establece claramente los edificios donde estas instalaciones son imprescindibles:
Pero incluso en aquellos donde no son obligatorias, su instalación puede ser la mejor inversión que se haya hecho jamás. Porque el coste de una vida no tiene cifra.
No es obligatorio, pero sí recomendable. Las simulaciones y formaciones prácticas mejoran la eficacia ante emergencias reales.
Está diseñada para ser usada por personas no especializadas. El mecanismo es sencillo y rápido.
Entre 200 y 500 litros por minuto, dependiendo de la presión disponible.
Sí. La de 45 mm está pensada para incendios de mayor magnitud y requiere mayor presión y entrenamiento.
Una BIE 45 mm no es un simple protocolo técnico: es un acto de responsabilidad. Es el compromiso silencioso de proteger la vida, el patrimonio y el futuro de quienes cruzan a diario nuestros edificios.
Seguridad en aeropuertos: incendio en Milán-Malpensa.
El reciente suceso en el aeropuerto de Milán-Malpensa, donde un hombre de 28 años originario de Malí provocó un incendio en la Terminal 1 tras arrojar un líquido inflamable y golpear varias pantallas con un martillo, pone en evidencia la necesidad urgente de reforzar las medidas de seguridad en infraestructuras críticas. El caos generado minutos antes de las 11 de la mañana afectó directamente al área de salidas internacionales y generó gran preocupación entre los pasajeros y el personal aeroportuario.
En situaciones de esta magnitud, contar con un extintor de incendios accesible y en perfecto estado puede marcar la diferencia entre un incidente controlado y una catástrofe de mayores dimensiones. Estos equipos son diseñados para responder de inmediato ante emergencias y deben estar presentes en todos los puntos estratégicos de un aeropuerto.
La disponibilidad de extintores certificados no es solo una exigencia legal, sino una necesidad operativa. Cada área de tránsito de pasajeros, oficinas de check-in, zonas de espera y pasillos principales debe disponer de equipos contra incendios visibles y correctamente señalizados. Además, la formación del personal en su uso garantiza una reacción rápida, evitando la propagación del fuego y reduciendo daños materiales y riesgos humanos.
En esteblog de extintores queremos destacar cómo este tipo de sucesos evidencian la importancia de reforzar la cultura de prevención. La capacitación de los equipos de seguridad aeroportuaria, combinada con revisiones periódicas de los dispositivos contra incendios, es esencial para mantener un entorno protegido y confiable.
Protocolos de seguridad en terminales internacionales
El incidente de Milán-Malpensa refleja la vulnerabilidad de los aeropuertos frente a actos de violencia e incendios provocados. Ante ello, los protocolos de seguridad deben contemplar tres niveles de prevención:
Prevención activa: instalación de cámaras, controles de acceso y agentes entrenados en detección de comportamientos sospechosos.
Prevención pasiva: señalización clara, planes de evacuación y ubicación estratégica de extintores en cada zona del terminal.
Respuesta inmediata: reacción rápida de personal capacitado, disponibilidad de hidrantes y sistemas automáticos de detección de humo.
Cada una de estas capas trabaja en conjunto para reducir el impacto de emergencias. En particular, el uso de un extintor de incendios durante los primeros segundos de un incidente puede sofocar las llamas antes de que los sistemas automáticos se activen o llegue el personal especializado.
Los aeropuertos, debido a la diversidad de riesgos que enfrentan, deben contar con varios tipos de extintores:
Extintores de agua a presión: ideales para materiales sólidos como papel o madera, muy comunes en mostradores y oficinas.
Extintores de CO₂: utilizados para equipos eléctricos como pantallas, ordenadores y sistemas de control, que fueron precisamente atacados en este episodio.
Extintores de espuma: efectivos contra líquidos inflamables, como los que el agresor utilizó para provocar el fuego.
Extintores de polvo químico ABC: los más versátiles, aptos para controlar la mayoría de riesgos habituales en un aeropuerto.
Una terminal con tráfico internacional no puede permitirse improvisar. El plan de prevención debe incluir inspecciones mensuales, recarga de los equipos en los plazos establecidos y simulacros con personal de atención al pasajero, limpieza y seguridad privada.
No basta con que los dispositivos estén instalados: el personal debe conocer cómo utilizarlos en segundos. Los cursos de formación en el manejo del extintor de incendios enseñan a retirar el seguro, dirigir la boquilla a la base de las llamas y accionar la palanca con movimientos controlados.
Este entrenamiento debe realizarse de manera periódica, adaptándose a los distintos perfiles de trabajadores. Personal de limpieza, asistentes de mostrador, agentes de seguridad y responsables de mantenimiento deben estar listos para intervenir en el instante en que aparezca una amenaza.
El ataque en Milán-Malpensa no solo generó pérdidas materiales, sino también una sensación de vulnerabilidad en los pasajeros. Para restablecer la confianza, los aeropuertos deben reforzar su cultura de prevención con campañas informativas, recordatorios visuales y personal siempre visible.
Las terminales internacionales manejan miles de pasajeros al día, lo que implica una alta responsabilidad en materia de seguridad. Desde la colocación de extintores hasta la ejecución de simulacros de evacuación, cada medida suma en la protección colectiva.
La seguridad contra incendios en establecimientos industriales constituye uno de los pilares fundamentales de la prevención en España. El Real Decreto 2267/2004, que aprueba el Reglamento de seguridad contra incendios en los establecimientos industriales (RSCIEI), determina los requisitos técnicos y organizativos que deben cumplir todas las instalaciones, tanto en edificios de nueva construcción como en aquellos que sufran modificaciones sustanciales.
Este marco normativo introduce el concepto de nivel de riesgo intrínseco (NRI), un indicador clave que establece la peligrosidad potencial de un recinto en función de la carga de fuego. Con base en este cálculo se definen las medidas de protección, la periodicidad de las inspecciones y la obligatoriedad de aplicar soluciones pasivas como el collarin intumescente, indispensable para mantener la integridad sectorial frente al fuego.
El collarin intumescente es un sistema de protección pasiva contra incendios diseñado para sellar las aberturas producidas por tuberías combustibles que atraviesan muros o forjados. Cuando el fuego actúa sobre la tubería, el material intumescente del collarín se expande, ejerciendo presión hasta obturar el hueco y evitando el paso de llamas, gases y humo.
En el contexto industrial, su uso resulta crítico, ya que muchos sectores cuentan con instalaciones de tuberías de polietileno, PVC o polipropileno, materiales que al fundirse dejarían vías de propagación del incendio. Con la instalación de este dispositivo se garantiza la compartimentación exigida por la normativa y se asegura que cada sector mantenga su resistencia al fuego certificada.
Los collarines intumescentes aportan un valor estratégico en la protección pasiva de las infraestructuras. No solo cumplen con una exigencia legal, sino que permiten limitar el alcance de los daños materiales, aumentar la seguridad de los trabajadores y optimizar la continuidad del negocio.
Estos sistemas forman parte de un conjunto de medidas integradas que actúan en coordinación con la detección temprana y la extinción automática. Su presencia resulta indispensable en sectores con NRI medio o alto, donde el riesgo de propagación del fuego es mayor. Además, se instalan en zonas de paso crítico como falsos techos, conductos y salas técnicas, lo que los convierte en un recurso esencial en cualquier proyecto de ingeniería de seguridad.
La instalación de collarines intumescentes normativadebe ajustarse a los criterios establecidos en el RSCIEI y en el Código Técnico de la Edificación (DB-SI). Estas regulaciones determinan que cualquier paso de instalaciones que atraviese elementos separadores de sectores de incendio debe contar con una solución homologada que mantenga la resistencia al fuego original del cerramiento.
Los productos deben disponer de marcado CE y cumplir con las normas UNE-EN 1366 y UNE-EN 13501, que certifican los ensayos de resistencia al fuego. Asimismo, los proyectos deben incluir la documentación técnica que especifique el tipo de collarín, diámetro compatible, espesor del muro o forjado, así como la duración de la resistencia al fuego (EI 60, EI 90, EI 120, etc.).
De este modo, se garantiza que el sistema actúe conforme a los escenarios de incendio previstos y cumpla con las exigencias de las inspecciones realizadas por los organismos de control acreditados.
El nivel de riesgo intrínseco se calcula en función de la carga de fuego ponderada y corregida. Este valor, expresado en Mcal/m² o MJ/m², mide la energía calorífica que se liberaría en caso de que todo el material combustible presente en el sector ardiera completamente.
En la normativa española, se distinguen tres categorías:
NRI Bajo: hasta 200 Mcal/m², con inspecciones cada 10 años.
NRI Medio: entre 200 y 800 Mcal/m², con inspecciones cada 5 años.
NRI Alto: más de 800 Mcal/m², con inspecciones cada 3 años.
Cuanto mayor sea el NRI, mayor es la obligatoriedad de reforzar las medidas de seguridad. Los collarines intumescentes normativa representan una de las soluciones de referencia para garantizar que la compartimentación resista durante el tiempo necesario, asegurando evacuación y control del incendio.
Esta clasificación permite ajustar las medidas de protección a la peligrosidad real. En niveles 6 a 8, los dispositivos de sellado como los collarines intumescentes son imprescindibles para evitar fallos en la compartimentación.
El uso de dispositivos intumescentes ofrece beneficios que repercuten en todos los niveles de la seguridad industrial:
Reducción de riesgos humanos: aumentan el tiempo disponible para evacuar.
Protección patrimonial: limitan el avance del incendio a un único sector.
Ahorro económico: evitan la propagación que multiplicaría las pérdidas materiales.
Cumplimiento legal: aseguran que las instalaciones superen las inspecciones oficiales.
Estrategia empresarial: garantizan la continuidad productiva al minimizar interrupciones.
El Ministerio de Industria ha puesto a disposición de técnicos y responsables de seguridad aplicaciones de cálculo que permiten determinar el NRI de manera rápida y precisa. Estas calculadoras, basadas en los parámetros definidos por el RSCIEI, se han convertido en un recurso indispensable en proyectos de ingeniería de protección contra incendios.
Una vez obtenido el valor del NRI, se pueden definir las medidas adecuadas: sistemas activos de detección, equipos de extinción manual, hidrantes, rociadores automáticos y, de manera prioritaria, collarines intumescentes normativa, que garantizan la resistencia estructural y el control del fuego en las zonas críticas.
La evaluación del nivel de riesgo intrínseco y la implementación de medidas de protección pasiva y activa son esenciales para la seguridad contra incendios en instalaciones industriales. Entre ellas, los collarines intumescentes destacan como solución eficaz, regulada y necesaria para cumplir con los requisitos normativos y proteger tanto a las personas como a los bienes materiales.
Cumplir con el Real Decreto 2267/2004 y con las disposiciones del Código Técnico de la Edificación no debe entenderse solo como una obligación, sino como una inversión estratégica en seguridad, continuidad empresarial y sostenibilidad a largo plazo.